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Repartido entre el norte de la Selva y el sur de la Garrotxa, el territorio del Ter-Brugent extiende desde los riscos y los contrafuertes abruptos e imponentes de la cordillera transversal y las laderas profundos de las Guilleries hasta el fondo de los tres valles principales que lo configuran: el valle del Ter de Susqueda en Bonmatí, el valle del Brugent y el valle de Osor.
Es un territorio tan diverso como poco conocido, donde la huella humana milenaria convive con un paisaje ordenado y armonioso y con un entorno natural muy bien preservado. Los riscos altivos -el Faro, San Roque, Santa Brígida- y las laderas abruptas -Osor, Susqueda- dibujan nítidamente los tres valles que definen esta zona privilegiada. Una climatología amable regala agua abundante en arroyos, torrentes y fuentes esparcidas por toda su geografía, y da frondosidad y sazón a los bosques frondosos de las zonas montañosas y en los campos de cultivo de las muchas pequeñas planas que, generación tras generación, sus habitantes han sabido aprovechar.
Son unas tierras ideales para adentrarse en él, perderse y saborearlas. Solos o en grupo, en pareja, con la familia o con los amigos. Los caminos principales, que siguen los valles o que trepan por sus crestas, son bien accesibles, junto una red de senderos, senderos y veredas que harán las delicias de quien quiera conocer a fondo este territorio tan bien preservado. Destaca, hay que remarcarlo, la vía verde que recorre el antiguo ferrocarril de Girona a Olot y que atraviesa todo el Ter-Brugent de sur a norte, acompañando el curso de los dos ríos, primero el Ter y después el Brugent, entre Bonmatí y Sant Feliu de Pallerols.
La huella humana milenaria permitirá descubrir el Ter-Brugent cuevas habitadas desde la prehistoria, ermitas románicas perdidas en medio de la espesura, castillos y torres que se yerguen altivos encima de los riscos y las colinas, pueblos y núcleos antiguos cargados de historia, y un interesado patrimonio industrial que ha dejado su huella a raíz de los tres ríos -el Ter, el Brugent y el arroyo de Osor- que lo hicieron posible.
La aventura, el deporte, el conocimiento y la relajación se hacen reales y bien cercanos en este territorio para descubrir, junto a una gastronomía autóctona de calidad indiscutible y de todo tipo de servicios que cubren tanto las necesidades como los deseos de todos , de quien vive, de quien hace estancia y de quien apenas está de paso.